Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad

Descripción:

Representa a la Madre de Jesús, en el trance del dolor que le ha producido la Pasión y muerte de su Hijo, bajo la advocación del Mayor Dolor en su Soledad, advocación probablemente inspirada en las Sagradas Escrituras donde dice: “Mirad y ved, si hay dolor semejante a mi dolor”.

La Virgen es una talla de vestir en madera de cedro policromada, cuyo candelero le concede actualmente una estatura de 162 cm. Sus ojos se encuentran en actitud implorante, dirigidos hacia arriba y a la derecha. Los tiene pintados en la madera y barnizados para dar la sensación de que las lágrimas inundan las pupilas, que en número de seis se deslizan por sus mejillas, tres en cada una de ellas. Las pestañas son postizas. Tiene las orejas talladas. La boca aparece entreabierta y deja ver parte de sus dientes superiores.

Durante su estación de penitencia la imagen viste en la actualidad: saya azul oscura, de terciopelo bordada en oro, ajustada con cíngulo, tocado y manto azul oscuro, bordado en oro asimétricamente, según boceto dirigido por Julio Laguna y confeccionado y bordado en 1959 en el convento de las hermanas Trinitarias. El actual manto es réplica del que lució por primera vez la Virgen en 1886 al estrenar el paso de palio, que era de terciopelo azul de seda de Lyon, densa y asimétricamente bordado en oro, manto que desapareció, al producirse un incendio en 1955. Se trataba de una prenda magnífica, en la que intervino la mano de Juan Manuel Rodríguez Ojeda.

Sobre dicho manto el diario “Sevilla”, en su número de fecha 25 de abril de 1886, se manifestaba así:

“No es posible dar una idea del manto de Nuestra Señora. Todo cuanto dijésemos resultaría poco: allí no se veía más que oro por todas partes y el rico terciopelo desaparece casi por completo bajo el oro del bordado, sin que la profusión de este metal haga perder la elegancia a los primores del dibujo… Mirado el paso por detrás desde el palio hasta el suelo, parecía un torrente de oro que milagrosamente se presenta a nuestra vista estática”.

La talla luce una corona de plata sobredorada, con imperiales, obra anónima, muy antigua (del siglo XVIII).

Autoría:

Hoy día está prácticamente admitido que fue esculpida por Alonso Álvarez Albarrán en 1629. Dicha opinión está basada en el contrato descubierto para la ejecución de una Dolorosa. Así, el 12 de abril de ese año, el escultor Alonso Álvarez Albarrán, conocido por “el Mozo”, y la hermandad, representada en el documento por sus alcaldes: Juan Pérez y Alonso Sánchez Santa Cruz, el mayordomo Melchor de Ribera, el prioste Juan López de la Cruz y el fiscal Cristóbal de Medina acordaron la realización de una Dolorosa.

Las principales condiciones pactadas fueron: la altura, que habría de ser “de siete cuartas de alto” (equivalente a 1,45 m.); la materia prima, “el cedro”; la fecha de entrega, “para fin del mes de julio de aquel año” y los emolumentos a percibir por el artista, “cuatrocientos reales”.

Hasta 1932 no se ha tenido conocimiento del documento reseñado, pues es entonces cuando Bago Quintanilla lo descubre y publica.