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56  Carretería - Cuaresma, 2013



               Paradójicamente, en el árbol de la cruz,  de Dios, asumieras nuestra naturaleza hu-
            firmemente enraizada en la tierra, el cuer-  mana hasta el sacrificio del Calvario.
            po tuyo, Santísimo Cristo de la Salud, pro-  Por eso el drama del Gólgota, tu dra-
            totipo de la Nueva Creación, de la que te   ma, Santísimo Cristo de la Salud, no es un
            manifiestas Nuevo  adán, se eleva, en su   casual hecho histórico sino la plenitud en
            verticalidad, de la profundidad hacia lo   el tiempo del decreto eterno de redención
            alto, manifestándose así el puente entre la   y consumación que brota del abismo del
            tierra y el cielo, entre lo humano y lo divi-  amor divino, tu amor, por lo que se consti-
            no, hacia una vida verdadera y plena, que   tuye en la más excelente manifestación de
            había sido truncada por el pecado y por la   tu poder y tu gloria.
            muerte.
                                                        ese  triángulo  equilátero  perfecto  en  el
               tus brazos abiertos en su radical hori-  que se inscribe tu figura crucificada, Santí-
            zontalidad, Santísimo Cristo de la Salud,  simo Cristo de la Salud, delimitada por los
            son el abrazo definitivo del Padre Dios al  tres clavos, es el máximo signo y símbolo
            hombre en el tiempo y en el espacio de la  de Dios Padre que se revela definitivamente
            encarnación consumada. tu donación ab-   en ti, el Hijo, consumido en el fuego del
            soluta tiene como culminación la llaga de  amor del espíritu. Un Dios que manifiesta
            tu costado, de la que brota agua y sangre,  su omnipotencia en el anonadamiento; un
            bautismo y eucaristía, cuerpo místico, viá-  Dios que abaja su sabiduría hasta la locura
            tico de salvación.                       de un amor sacrificado hasta el extremo.
               Porque tu libre sacrificio al Padre, San-  es, por tanto, el desvelamiento de la
            tísimo Cristo de la Salud, no es sólo de ti  más íntima esencia del misterio trinitario:
            mismo, ni de tu naturaleza divina, sino de  el sentido último de tu muerte en la cruz no
            nuestra naturaleza humana creada, a la  es otro que la revelación definitiva de Dios
            que, en tu bondad  infinita,  tuviste  a  bien  mismo en la magnificencia y plenitud de su
            desposar para sanarla y llevarla a la pleni-  amor, pues Dios no puede querer nada fue-
            tud. esa naturaleza nuestra, que, en auto-  ra de sí ni por debajo de sí.
            divinización blasfema, nos empeñamos en     en tu muerte, Santísimo Cristo de la Sa-
            desviar, desde  adán, de su fin primero y   lud, las tinieblas son definitivamente debe-
            sobrenatural, único capaz de proporcionar-  ladas y brilla para siempre la luz: esa luz
            nos la auténtica felicidad. Fuimos creados   que, al principio de los tiempos, fue creada
            por ti para descansar en ti.             por ti, Logos increado, como comienzo de
               tú, Santísimo Cristo de la Salud, al ser  la vida. tu muerte es luz, la luz de la Nue-
            Dios  humanado, te  presentas  al  mundo  va Creación, que ilumina la oscuridad del
            como el hombre por antonomasia.  en  ti  pecado y de la muerte, nuestra propia oscu-
            Dios  se apropia de la  naturaleza humana  ridad. Ya no hay lugar para la tiniebla para
            de la manera más íntima, más esencial,  quien cree en ti.
            asumiéndola en tu unidad personal junto a   Y esa es la razón por la que el velo del
            la naturaleza divina, hasta el punto de que   templo se descorre definitivamente, pues
            llegas incluso a renunciar a tu omnipoten-  tú, Santísimo Cristo de la Salud, te eriges
            cia y majestad para hacerte uno de noso-  para nosotros como el auténtico templo: el
            tros, para hacerte todos nosotros.       lugar de encuentro definitivo con Dios. La
               a fin de sanar nuestra naturaleza des-  comunicación de vida rota al pie de un ár-
            equilibrada y fragmentada en su sensibili-  bol por la desobediencia de una mujer, eva,
            dad, en su inteligencia y en su voluntad,  y el dejarse seducir de un hombre, adán, en
            fuente de concupiscencia, terreno ponzo-  contra de la voluntad de Dios, por el princi-
            ñoso que sólo produce culpas y pecados, fue  pio del desquite, vuelve a recircular por la
            necesario que tú, el Verbo infinito y eterno  obediencia de otra mujer, María, tu Madre,






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