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                                 MEDITACIÓN DE LAS CINCo LLAGAS
                      LA PARADoJA DE LA CRUZ


                               RAMÓN DE LA CAMPA CARMoNA
                                      3 DE MARZo DE 2012



             Ecce lignum crucis in quo salus mun-  clavos de las ingratitudes de los que más
                   di pependit, Venite, adoremus.  amo? ¿Por qué yo, como tú, tengo que su-
                                                  frir la soledad de las ausencias del desamor
                                                  y de la muerte? ¿Por qué tengo que experi-
            Santísimo Cristo de la  Salud,  por más
         vueltas que le dé, por más que me lo repi-  mentar la angustia de la fatiga y la enfer-
                                                  medad? ¿Por qué, Señor, por qué?
         tan, por más veces que contemple tu imagen
         crucificada, nunca alcanzaré a comprender   Pero cuando te contemplo en vez de en
         el abismo de tu misericordia, que brota –  un trono en un patíbulo, revestido de la
         sangre y agua- por la llaga de tu costado,   púrpura de tu propia sangre y con una co-
         manantial medicinal del que recibimos la   rona de espinas, no tengo más remedio que
         salud.                                   desechar las confiadas y falsas expectativas
            Sí, Señor, tú lo sabes. Porque también   del Domingo de ramos.
         tus discípulos, como yo, egoístas y atados   aunque conmocionado radicalmente
         a la tierra, querían otro Mesías. Deseaban   por la incomprensión y por la desolación
         compartir éxito, poder, dominación… con   del abismo insondable del dolor, de la sole-
         esa imagen falsa tuya, a nuestra imagen y   dad y de la muerte, por la fe, sólo por la fe,
         semejanza, espejismo de nuestra naturale-  gracias a la fe, que tú me regalas, Santísi-
         za, dañada por el pecado.                mo Cristo de la Salud, veo demasiado clara
                                                  e íntimamente el dedo de Dios en tu vida
            Y aún hoy la cabeza me sigue dando    y en tus obras. Por eso es necesario que,
         vueltas.  aunque  recién  nacido  lo  primero   como María, acoja en lo más íntimo de mi
         que hicieron sobre mi frente fue la imagen   ser este mensaje; que, como los discípulos,
         de la cruz, aunque estoy acostumbrado a   me reúna con los hermanos, en el Cenáculo
         contemplar tu imagen en esa vieja estampa   del corazón, a madurar el escándalo de la
         en blanco y negro que conservo desde chi-  cruz.
         co, no alcanzo a entenderlo, no.
                                                     esa cruz que, con sus cuatro brazos,
            Por qué, un Cristo sufriente, varón de   abraza  los  cuatro  puntos  cardinales,  las
         dolores, por más que  tú te empeñes en   cuatro dimensiones del universo. esa cruz
         demostrar que esa es la voluntad de tu Pa-  que, a partir de su corazón, se expande ha-
         dre, que aceptas voluntariamente como la   cia la altura, hacia el Cielo, para que derra-
         más alta manifestación de amor. Por qué   me su gracia sobre nosotros. esa cruz que
         en ti, Santísimo Cristo de la Salud, aun-  se expande hacia la profundidad, hacia el
         que nuestra limitación y nuestro egoísmo   abismo, para que sane desde la raíz nues-
         no lo quieran aceptar, en  ti: escupido,   tro ser maltrecho. esa cruz que se expande
         golpeado, llagado, coronado de espinas,   hacia la longitud, hacia los confines de la
         clavado en un madero, por la sinrazón del   tierra, para guiar a la humanidad peregri-
         misterio del mal, se revela la verdad del   na.  esa cruz que se expande hacia la la-
         hombre.                                  titud, hacia el mar de la tiniebla y el sin-
            ¿Por  qué  yo  tengo  que  sufrir  como  tú?  sentido, para arrojarle luz hacia el puerto
         ¿Por qué yo, como tú, tengo que asumir los  seguro.






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