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                            CUANDo ESTéS SoLo



            en apenas unos días, cuando los soni-  pacios abiertos te das cuenta que estás solo,
          dos agudos renazcan de lo profundo de la  que este momento  de calor y pesadumbre
          memoria, sentirás caer sobre tus hombros  bajo el antifaz quizá es la única ocasión de
          el peso de la historia. en apenas unos días,  tu ajetreada vida en que permaneces sólo
          cuando el frío se deshilache entre las ramas  contigo mismo. Sí, sabes que Él te acompaña
          de los naranjos hilvanados de blanco, cu-  en lo alto, sobre el monte cubierto de hoja-
          brirás tu rostro con el peso del recuerdo.  rasca, pero ahora no buscas a quien no pue-
          en apenas unos días, cuando Dios cuel-  des ver, te buscas a ti mismo, las luces y las
          gue tendido entre las rejas de los balco-  sombras que conforman tu vida y que pare-
          nes, te encontrarás incomprensiblemente  cen desgranarse entre las cales de las casas,
          solo, rodeado de otras solitarias sombras  en la negra piel de esta ciudad que pisas.
          azules que seguirán tu mismo camino, de    No somos sólo un número, una sombra,
          otros hermanos, de otras almas, de otros  una mínima parte de un hermoso cortejo
          hombres  y  mujeres  que  se                          de siglos, eso únicamente es
          unirán a  aquellos  que hace                          un  accidente  en  esta  tarde;
          siglos recorrieron el mismo                           somos esencialmente hom-
          pasaje interior que tú reco-                          bres y mujeres en torno a
          rres ahora.                                           Dios; la Cofradía, la Her-
            Has anudado con cuida-                              mandad es eso por encima
          do el cíngulo de hilos de oro                         de todo. Nuestro nombre ha
          a tu cintura, cuelgas la me-                          quedado olvidado, prendido
          dalla, cubres tus manos con                           de una lista tras las puertas
          la suave negrura de la piel.                          cerradas de la Capilla, pero
          te aprietas, en el calor del                          permanece con nosotros, en
          afecto común de hermano,                              nuestro interior, en lo más
          con las piedras seculares                             íntimo de nuestro ser y… en
          de la Capilla.  escuchas tu                           el fondo de los ojos cerrados
          nombre;  será  la  última  vez                        de nuestro Cristo.
          en este día que te reconoces   M. GuzMán                Cuando la suavidad del
          en él, porque cuando las in-                          forro caiga sobre el rostro
          mensas hojas de las puertas                           provocando  que  la  respira-
          del templo se abran, ya serás                         ción se haga lenta y cansina,
          solamente un nazareno de Sevilla, sólo un  cuando las manos y el cuerpo desaparezcan
          nazareno de la Carretería, una figura azul  tras el cielo del ocaso de la túnica mancha-
          sin nombre para el mundo.               da por el rojo de la cruz de Santiago, cuan-
            todo se ha parado, el mundo se ha dete-  do nuestros movimientos se vuelvan torpes
          nido. Figuras extrañas, desconocidas, con-  y la visión reducida, cuando las lágrimas
          templan tu pasar, tu andar pausado, algo  pugnen por aflorar como flores de la planta
          fuera del tiempo vertiginoso que nos ha to-  de la memoria, recuerda entonces, herma-
          cado vivir. Sólo las sombras azules andan,  no, la doble lección de esta tarde de Viernes
          los demás contemplan inmóviles.         Santo y reflexiona, medita y comprende lo
            apenas un reojo para observar sus ca-  que la humanidad de este Dios rendido y
          ras en esta tarde de la muerte de Dios, de  dulce nos está pidiendo hoy a los hermanos
          la  ausencia de  Dios,  del aparente  fracaso  de la Carretería.
          de Dios. Doblas a la izquierda la primera
          esquina y antes de salir a la luz de los es-      Joaquín de la Peña Fernández






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