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Carretería - Cuaresma, 2013
CUANDo ESTéS SoLo
en apenas unos días, cuando los soni- pacios abiertos te das cuenta que estás solo,
dos agudos renazcan de lo profundo de la que este momento de calor y pesadumbre
memoria, sentirás caer sobre tus hombros bajo el antifaz quizá es la única ocasión de
el peso de la historia. en apenas unos días, tu ajetreada vida en que permaneces sólo
cuando el frío se deshilache entre las ramas contigo mismo. Sí, sabes que Él te acompaña
de los naranjos hilvanados de blanco, cu- en lo alto, sobre el monte cubierto de hoja-
brirás tu rostro con el peso del recuerdo. rasca, pero ahora no buscas a quien no pue-
en apenas unos días, cuando Dios cuel- des ver, te buscas a ti mismo, las luces y las
gue tendido entre las rejas de los balco- sombras que conforman tu vida y que pare-
nes, te encontrarás incomprensiblemente cen desgranarse entre las cales de las casas,
solo, rodeado de otras solitarias sombras en la negra piel de esta ciudad que pisas.
azules que seguirán tu mismo camino, de No somos sólo un número, una sombra,
otros hermanos, de otras almas, de otros una mínima parte de un hermoso cortejo
hombres y mujeres que se de siglos, eso únicamente es
unirán a aquellos que hace un accidente en esta tarde;
siglos recorrieron el mismo somos esencialmente hom-
pasaje interior que tú reco- bres y mujeres en torno a
rres ahora. Dios; la Cofradía, la Her-
Has anudado con cuida- mandad es eso por encima
do el cíngulo de hilos de oro de todo. Nuestro nombre ha
a tu cintura, cuelgas la me- quedado olvidado, prendido
dalla, cubres tus manos con de una lista tras las puertas
la suave negrura de la piel. cerradas de la Capilla, pero
te aprietas, en el calor del permanece con nosotros, en
afecto común de hermano, nuestro interior, en lo más
con las piedras seculares íntimo de nuestro ser y… en
de la Capilla. escuchas tu el fondo de los ojos cerrados
nombre; será la última vez de nuestro Cristo.
en este día que te reconoces M. GuzMán Cuando la suavidad del
en él, porque cuando las in- forro caiga sobre el rostro
mensas hojas de las puertas provocando que la respira-
del templo se abran, ya serás ción se haga lenta y cansina,
solamente un nazareno de Sevilla, sólo un cuando las manos y el cuerpo desaparezcan
nazareno de la Carretería, una figura azul tras el cielo del ocaso de la túnica mancha-
sin nombre para el mundo. da por el rojo de la cruz de Santiago, cuan-
todo se ha parado, el mundo se ha dete- do nuestros movimientos se vuelvan torpes
nido. Figuras extrañas, desconocidas, con- y la visión reducida, cuando las lágrimas
templan tu pasar, tu andar pausado, algo pugnen por aflorar como flores de la planta
fuera del tiempo vertiginoso que nos ha to- de la memoria, recuerda entonces, herma-
cado vivir. Sólo las sombras azules andan, no, la doble lección de esta tarde de Viernes
los demás contemplan inmóviles. Santo y reflexiona, medita y comprende lo
apenas un reojo para observar sus ca- que la humanidad de este Dios rendido y
ras en esta tarde de la muerte de Dios, de dulce nos está pidiendo hoy a los hermanos
la ausencia de Dios, del aparente fracaso de la Carretería.
de Dios. Doblas a la izquierda la primera
esquina y antes de salir a la luz de los es- Joaquín de la Peña Fernández
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