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          y el dejarse seducir de otro hombre,  tú,   además, la tiniebla de este día nos ha-
          Santísimo Cristo de la Salud, fiel a la vo-  bla paradójicamente de consuelo, porque
          luntad de tu Padre. Sólo tú, Hombre-Dios  la muerte de Dios en ti, Santísimo Cristo
          podías saldar tal desmán por la inmensidad  de la Salud, es expresión de tu radical soli-
          de esa corriente de amor con tu Padre, que  daridad con nosotros.  es la oscuridad del
          es el Santo espíritu.                   misterio de la fe que se convierte en faro
            es un amor esencial y misterioso, que   luminoso de una esperanza sin fronteras. a
          rebosa vuestra intimidad, en el que res-  través del silencio mortal de la cruz, y sólo
          plandece la voluntad de vuestro ser divino,   así, puedo comprender quién eres realmen-
          del Padre a ti, el Hijo, y de ti, el Hijo, al   te tú, Santísimo Cristo de la Salud, y cuál
          Padre, que eternamente constituye ese es-  es tu verdadero mensaje. tú, Hombre-Dios,
          píritu Santo. De esta manera, tú, Santísi-  tuviste que morir para que pudiera yo vivir
          mo Cristo de la Salud, muerto en la cruz,   en plenitud en ti.
          constituyes a un tiempo la más alta glori-  Porque es necesario, no me puedo cansar
          ficación del amor divino y la prueba de la  de repetirlo, que la imagen meramente hu-
          más inefable felicidad que nos ofreces.  mana que yo, como los discípulos, me forjo a
            en tu muerte en la cruz está cifrado el   menudo de ti, Santísimo Cristo de la Salud,
          misterio de la Nueva Creación. “Y al sépti-  sea destrozada, para que así yo pueda elevar-
          mo día descansó”... en el sepulcro. el sepul-  me sobre las alas del águila y, rebasando los
          cro es punto final y punto de partida a la   límites  de  lo terrenal, pueda  contemplarte
          vez. Con el sepelio del Maestro se han de es-  en el cielo en tu infinita grandeza.
          fumar, para nosotros, todas nuestras ideas   Ha tenido que llegar hasta el último ex-
          erróneas triunfalistas, todas nuestras espe-  tremo tu locura divina de amor, Santísimo
          ranzas vanas y egoístas. Queda destruida y  Cristo de la Salud, hasta el punto de hacer-
          aniquilada la perspectiva terrena y humana  te elegir el camino de la debilidad para con-
          de una fe egoísta y de tejas para abajo. ante  fundir y erradicar los sueños de grandeza y
          el sepulcro sellado queda sepultada la idea  de soberbia. en las tinieblas de Dios, en tu
          del Mesías poderoso y dominador del reino  silencio, experimento el abismo de tu gran-
          de las vana arrogancia humana.          deza y el abismo de mi nada, que acabaría
            Santísimo Cristo de la Salud, lo que no   por absorberme si tú, no existieras.
          habías conseguido en vida, lo consigues    Mas  tú, Santísimo Cristo de la Salud,
          desplomado en la cruz. La cruz nos cura  no te conformaste con entregar tu vida, y
          del ensueño, ingenuo y pueril, de la fan-  “descendiste a los infiernos”,  es  decir,  des-
          tasía humana y nos muestra la auténtica  cendiste a las profundidades de la muerte,
          concepción del proyecto divino según el  participando en el abismo de nuestro desti-
          mundo. Cuando tus ojos se cierran en la  no. Desde este momento la muerte no es la
          noche de la muerte, ya lo sé, se disipan las  misma; desde que tú, Jesús, descendiste a
          tinieblas.                              ella y la asumiste, igual de voluntariamente
            Pero esa nueva luz, mana de la eterna   que habías asumido la vida en la encarna-
          sabiduría, que es locura para el hombre me-  ción.
          ramente terrenal, brota de tu cruz, y arroja   antes, la muerte era separación del
          sobre nuestra vista, caídas las escamas del  mundo de los vivos, ser tragados por una
          pecado, un brillo radiante y arrebatador  oscuridad impenetrable.  ahora la muerte
          nunca visto. Sí, Santísimo Cristo de la Salud,  también es vida, porque, cuando abandona-
          ya veo que es necesario que se forme el vacío  mos este mundo, nos topamos contigo, que
          en mi corazón para que se pueda llenar del  eres la vida, y que participaste de la sole-
          abismo de tu consejo divino, para que alcan-  dad mortal en el huerto, en la cruz y en el
          ce una visión espiritual de tu figura.  sepulcro.






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