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Meditación de las Cinco Llagas
MEDITACIÓN DE LAS CINCO LLAGAS
Enrique Henares Ortega
20 de febrero de 2016. Capilla de la Carretería
DIOS DE LAS ATARAZANAS
En esta noche carretera de los finales de febrero no puedo dejar de recordar sino lo
que hace siete años podía escribir en relación con esta, para mí, entrañable Hermandad y
Cofradía de Nazarenos del barrio marinero y torero por excelencia de Sevilla.
“La noche ya no era noche. Llegada la madrugada, el día nueve de diciembre había
caído de la hoja del calendario. La hermandad de la Carretería volcada con este humilde
pregonero desde su nombramiento -no sé de dónde tanto honor, sólo he guardado con ella
fidelidad sevillana cada tarde de Viernes Santo por las callejas del barrio-, me había invitado a
un acto convivencial con la de la Macarena; recuerdo de viejos pleitos y de históricas
concordias. Buen rato de cofradías y entrega a quien os habla de un recuerdo que ha estado
presente en la elaboración del pregón: el Cristo de la Salud, sobrio y esbelto, alumbrado por
dos cirios, dos jarras llenas de lirios, más lirios a sus pies, y dedicatoria sencilla que implora
sus bendiciones para toda mi familia. Casi terminado el acto, plenitud de intimidad, Pili del
Castillo qué salud recuperada te ha dado el de la Salud- siembra una gran saeta que se guarda
el pregonero en el alma, que no en balde canta al pañuelo del Mayor Dolor, elegancia en la
Soledad, barroquismo hecho milagro y romanticismo cofrade de la misma Madre de Dios.
Está avanzada la noche; recogimiento en la última oración en la capilla y, con la saeta en mis
adentros guardada y la imagen del Cristo bajo el brazo, salgo a la antigua calle de Varflora, hoy
con acierto Real de la Carretería. Me confieso conmigo mismo: está naciendo el pregón”.
Y hoy al cabo de esos siete años me tienes aquí de nuevo Señor, a tus plantas, como
aquella lejana noche para mí siempre cercana, buscando tu Salud que curiosa y
contradictoriamente se derrama a través de tus cinco llagas. Es como una teoría imposible, la
Salud en la Muerte. Si no imposible, cuanto menos difícil teoría. ¿Es posible encontrar en la
muerte la Salud? Tu cuerpo truncado pero plácido e inerte nos contesta que sí es posible, que
en la propia muerte de Cristo nos encontramos con la Salud eterna, con la vida en la muerte;
nos lo explicas como maestro único salido de gubias inspiradas para ser el único Señor de los
viejos y antiguos toneleros. Cristo de la Salud, fuente de la Salud corporal y de lo más
importante, de la Salud del espíritu; clase única y magistral que no se queda entre las
estrechas calles de su barrio sino que se extiende por toda Sevilla cuando buscas el centro de la
ciudad; cuando te hagas monumento de cuerpo transfigurado en las naves catedralicias;
cuando te fundas, en una armonía única, con la muralla del Alcázar; cuando desciendas
buscando la antigua Casa de la Moneda; cuando seas presencia única a las puertas de la
Caridad, sí, allí mismo, cuando la necesidad de tu Madre luminosa a la búsqueda de las
escaleras de tu descendimiento encuentre la escala única que lleva hasta el cielo desde las
puertas de la casa de los pobres; cuando el retablo de la Iglesia del Señor San Jorge resulte la
magistral conjunción de las tres necesidades de María Santísima en la representación única
de Pedro Roldán: escalera, sudario y sepulcro. Parece que el Venerable, que tanto quería para
los pobres, hubiera descubierto, en la riqueza única de la maternidad divina, la pobreza de la
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