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Carretería - cuaresma 2015Carretería - cuaresma 2015
Carretería - cuaresma 2015
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MEDITACIÓN DE LAS CINCO LLAGAS
José Ignacio Jiménez Esquivias
15 DE MARZO DE 2014. CAPILLA DE LA CARRETERÍA
En el corazón del Barrio del Arenal, hay un sitio ejemplar que pasa desapercibido, y no es necesario
más, ya que lleva en sí su valor intimo y no precisa de propagandas que vulgaricen su alto significado.
Aparte de su origen gremial y por el cometido que desempeña, el lugar de edificación es maravilloso,
rodeado de edificios emblemáticos, como la cercana Real Maestranza de Caballería, y el discurrir de un río
lleno de luz, que le dan al conjunto un colorido con pátina de sabor antiguo.
Al cruzar su puerta, de elegante madera blasonada, se siente uno transportado a un lugar tan apacible,
que se asemeja al remanso de una fuente, al compararlo con el bullir vertiginoso que afuera queda.
Aquí todo es paz. Fuera casi todo es amargura y sinsabor.
Aquí hay silencio que invita al recogimiento. Silencio de reverencia.
Aquí sentimos más que admiramos, y por cada momento vivido se graba un recuerdo en nuestro
corazón.
Y bien grabadas tengo aquellas tempranas funciones principales, tan lejanas ya en el tiempo, que por
razones lógicas se trasladaron a otro lugar, para que todos pudieran participar.
Aquí se reza hasta sin ganas, con esa oración que brota del corazón y no necesita palabras.
Y aquí, aceptando una cariñosa invitación de mi Hermano Mayor y su Junta de Gobierno, he venido
con gran ilusión, consciente de que voy a contra estilo, sabedor de que en este atril me han precedido
pregoneros, periodistas y otros virtuosos de la oratoria.
Para mi gloria, en este barrio nací, muy cerquita de aquí, y después de mis intervenciones en la Pura y
Limpia y en El Baratillo de mis amores, hoy en mi querida Hermandad de la Carretería, culmino una trilogía
nunca pensada.
Gracias Hermano Mayor, por ésto y por tu ejemplar entrega a tu Hermandad, sin la que no hubiese
sido posible la recuperación de la antigua casa de calle Pavía de tantos recuerdos, hoy felizmente restaurada,
no por capricho, sino por perentoria necesidad de conservar lo que el inexorable paso del tiempo había
deteriorado. Hace algunos años no había espacio para disfrutar, porque para eso se debe venir a las
hermandades, y hoy la Carretería está sobrada de sitios para la convivencia.
Y como cierre de este preámbulo, permitidme que cite a los carreteros de mis mejores recuerdos, con
perdón de tantos otros a los que no trate; Don José Montoto, los hermanos Castro Nocera y Andrés García.
Con ellos compartí tertulia, sobre todo con Andrés, en un minúsculo bar ubicado en la entreplanta de la
antigua casa, regentado por un hombre bueno y servicial con nombre de saetero antiguo, Manuel Centeno,
marido de la inolvidable Dominga.
Frecuentaban la reunión el Moreno y Domingo Rojas, ya en el ocaso de capataces asalariados, que
junto a Salvador con Manolo Santiago y Vicente con Villanueva sacaron la cofradía.
Puede parecer fantasía pero es real; esos seis personajes, tan sencillos y sobre todo tan ajenos a
convertirse en historia, tocaron aquí los martillos en pasadas décadas. Que Dios los tenga en su gloria.
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