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Carretería - cuaresma 2015Carretería - cuaresma 2015
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              Por esto, el apóstol del amor, ha contado con simbolismo nuevo, o sea los dones que Cristo
       ha traído al mundo; la purificación nueva, el pan vivo, la luz y la verdadera vida.
       Independientemente de los milagros, San Juan tiene el don de recoger el significado espiritual de
       los hechos materiales e históricos en su dimensión espiritual. Jesús es la luz que viene al mundo, su
       acción es la luz contra las tinieblas, en Él se completan y contemplan las grandes figuras mesiánicas
       del Antiguo Testamento: el Cordero de Dios, el Templo Nuevo, la serpiente salvadora del desierto,
       el Pan de vida que sustituye al maná, el Buen Pastor,  la vida verdadera.

              Este retrato lleno de verdad humana es la figura de Cristo que nos propone Juan. Ya en la
       primera mitad del siglo II el evangelio de Juan es conocido y utilizado por muchos autores: San
       Ignacio de Antioquía, Papía, San Justino de Alejandría, San Clemente de Roma, San Irineo.

              El discípulo que Jesús más amaba y que reclinó la cabeza en su pecho la noche del Jueves
       Santo, noche de gran amor, nos ha dejado también tres cartas que, por su afinidad literaria y
       doctrinal con el evangelio, es difícil atribuirla a otros autores. Según la tradición también el texto
       del Apocalipsis es típicamente joánico. San Juan en las visiones en la isla de Patmos ve la nueva
       Jerusalén, así como a la mujer vestida de Sol con la luna bajo sus pies  una corona de doce estrellas.
       Esta aparición puede ser citada y explicada con una interpretación tanto eclesiológica como
       mariológica. Juan fue testigo ocular del milagro de las Bodas de Canaán donde María es llamada
       por su Hijo, no Madre o María, sino Mujer. Allí mismo el agua se transforma en vino y otra
       transformación aún más sublime en el momento supremo de la muerte de Cristo: Jesús exaltado
       sobre la Cruz y antes de morir dice a Juan:

                                    “HIJO AHÍ TIENES A TU MADRE”
                                    Y dirigiéndose a María, su Madre:
                                    “MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO”

              El dolor de María se transforma en alegría, Ella pierde a su Hijo, pero en Juan encuentra la
       humanidad rescatada por el amor del Salvador. María en este momento es la nueva Jerusalén que
       acoge entre sus muros a los hijos dispersos por el pecado pero rescatados por la sangre de Cristo.
       Contemplando los estupendos grupos escultóricos de San Juan que habla con María de Sevilla:
       Dolores y Misericordia, la Amargura, el Dulce Nombre, la Merced de Pasión, la Concepción del
       Silencio, Mayor Dolor y Traspaso, del Sol…no podemos sino pedirle al apóstol, que él, amigo fiel
       de Jesús, hijo predilecto de la Virgen, nos comunique la fuerza de su evangelio, la luz de su mensaje
       de amor y paz.
                                                          SAC Giovanni Lanzafame
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