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Carretería - Cuaresma, 2012
V.- EL ENCUENTRO
Y hoy, Señor, otra vez frente
a ti, pero esta presencia de hoy
es diferente. tengo la sensación
de que en todos los encuentros
que he tenido contigo he sido
yo el que te buscaba, por dife-
rentes caminos siempre acudía
para estar en tu presencia, lo
hacía en las abigarradas calles de
tu arenal sevillano en esas tris-
tes tardes de Viernes Santos, de
atardeceres sombríos para poder
encontrar en tú Imagen la luz
de tus ojos, la presencia de tu
destrozado cuerpo, el consuelo
de una Salud que indefectible-
mente, y de forma automática
salía de mis labios, a veces sin
saber para quien
Hoy Señor, decía, es diferen-
te, hoy eres tú quien me llamas
a través del Hermano Mayor de
tu Hermandad para ponerme en
tu presencia y de forma pública
expresar mediante este diálogo
contigo la mucha Salud que ne-
cesitamos en esta vida y para
esta vida
VI.- LA LLAGA DE TU/MI
MANO IZQUIERDA
Y en este encuentro, permíteme que tome tuviste que llegar tú, Señor de la Salud y
con reverencia en mis manos tu mano izquier- abrirme los ojos con la carne de mi carne para
da, enredando mis dedos con tus dedos, en- entender que la salud del cuerpo es sólo una
trelazados, unidos en una sola vocación. Beso pequeña parte de la felicidad humana, que no
Señor tu llaga, el hueco de la misma palma que hay salud fuera de ti, que es la fe la mejor y
curó a los enfermos, que acarició a los niños, más efectiva pócima contra los peores males de
que consoló a los solitarios, que se extendió nuestro tiempo, contra la soledad, la desespe-
para dar, sólo para dar. ranza, el desánimo y tantas cosas…
He gastado mi vida Señor en buscar la salud Por eso hoy, con renovado esfuerzo y tesón,
física de mis hermanos, en encontrar las fórmu- desclavo tu mano izquierda del madero y hago
las magistrales que acertaran a aliviar, a curar, a mía la llaga dejada por el clavo, para contigo,
esconder el dolor de mis hermanos, de los míos. tomarte de la mano y hacer de tus dedos, de
Desde joven, escondido entre el brillo de mis dedos, el arado que labre, que siga labran-
albarelos y polvos he tratado de desentrañar do el campo de la fe de mis hermanos..
los gramos necesarios para curar sin dañar, Permíteme Señor, que tome tu mano, esa
para dar una felicidad siempre, siempre fugaz, mano inerte y sin vida, que limpie la profun-
pasajera. da herida de tu palma, que abra la incipiente
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