Page 49 - Boletín 157
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               V.- EL ENCUENTRO
            Y hoy, Señor, otra vez frente
          a ti, pero esta presencia de hoy
          es diferente. tengo la sensación
          de que en todos los encuentros
          que  he  tenido  contigo  he  sido
          yo  el  que  te  buscaba,  por  dife-
          rentes  caminos  siempre  acudía
          para  estar  en  tu  presencia,  lo
          hacía en las abigarradas calles de
          tu arenal sevillano en esas tris-
          tes tardes de Viernes Santos, de
          atardeceres sombríos para poder
          encontrar  en  tú  Imagen  la  luz
          de  tus  ojos,  la  presencia  de  tu
          destrozado  cuerpo,  el  consuelo
          de  una  Salud  que  indefectible-
          mente,  y  de  forma  automática
          salía  de  mis  labios,  a  veces  sin
          saber para quien
            Hoy Señor, decía, es diferen-
          te, hoy eres tú quien me llamas
          a través del Hermano Mayor de
          tu Hermandad para ponerme en
          tu presencia y de forma pública
          expresar  mediante  este  diálogo
          contigo la mucha Salud que ne-
          cesitamos  en  esta  vida  y  para
          esta vida

            VI.- LA LLAGA DE TU/MI
               MANO IZQUIERDA

            Y en este encuentro, permíteme que tome   tuviste que llegar tú, Señor de la Salud y
          con reverencia en mis manos tu mano izquier-  abrirme los ojos con la carne de mi carne para
          da,  enredando  mis  dedos  con  tus  dedos,  en-  entender que la salud del cuerpo es sólo una
          trelazados, unidos en una sola vocación. Beso  pequeña parte de la felicidad humana, que no
          Señor tu llaga, el hueco de la misma palma que  hay salud fuera de ti, que es la fe la mejor y
          curó a los enfermos, que acarició a los niños,  más efectiva pócima contra los peores males de
          que  consoló  a  los  solitarios,  que  se  extendió  nuestro tiempo, contra la soledad, la desespe-
          para dar, sólo para dar.                ranza, el desánimo y tantas cosas…
            He gastado mi vida Señor en buscar la salud   Por eso hoy, con renovado esfuerzo y tesón,
          física de mis hermanos, en encontrar las fórmu-  desclavo tu mano izquierda del madero y hago
          las magistrales que acertaran a aliviar, a curar, a  mía la llaga dejada por el clavo, para contigo,
          esconder el dolor de mis hermanos, de los míos.  tomarte de la mano y hacer de tus dedos, de
            Desde  joven,  escondido  entre  el  brillo  de   mis dedos, el arado que labre, que siga labran-
          albarelos  y  polvos  he  tratado  de  desentrañar   do el campo de la fe de mis hermanos..
          los  gramos  necesarios  para  curar  sin  dañar,   Permíteme Señor, que tome tu mano, esa
          para dar una felicidad siempre, siempre fugaz,   mano  inerte y sin vida, que limpie la profun-
          pasajera.                               da herida de tu palma, que abra la incipiente





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