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Carretería - Cuaresma, 2012
III.- LA LLAGA DE TUS PIéS nos llega, para empuñar el remo de tu barco y
poner proa firme y segura hacia un mañana de
tomo con reverencia en mis manos Señor justicia y paz.
tus piés, enredando mis oídos en el silencio de Por eso las llagas de tus pies, huella fría de
la noche cerrada de tus dedos agarrotados. los clavos en tu carne, no pueden ser cerrojos
Beso Señor tu llaga, el hueco de tu carne de esas puertas, sino ventanas que nos abran
que las lágrimas de la Virgen nunca debieron la Verdad del necesario camino hacia ti, del
hoyar. Y la tomo para seguir tus huellas, para ineludible camino que nos haga encontrarte.
buscar los mismos senderos que, desde peque- Por eso las puertas del arenal y de Carmona,
ño me enseñaste en esta ciudad. no son puntos cardinales contrapuestos en el
Puertas de entrada y salida. entrada hacia alma de la ciudad, sino puntos de unión de un
el corazón de la ciudad, como aquella tarde Cristo que no está sentado, sino levantándo-
en Jerusalén ¿te acuerdas Señor? Una ciudad se con seguridad hacia la Cruz y otro que no
confiada, alegre, despreocupada, como nuestra está colgado, sino que se acerca hacia nosotros,
propia ciudad; un tanto inconsciente del sufri- como en la noche de Belén, esperando la resu-
miento que se avecina, de la angustia que ya te rrección.
pesa en el corazón.
¡Cuántas veces hemos andado, he andado IV.- LA LLAGA DE TU/ MI COSTADO.
Señor ese camino de ignorancia, de indiferen- VIVENCIAS COMPARTIDAS
cia, de agitar palmas sin reparar en la pesada
sombra de la cruz hecha envidia, soberbia, mie- tomo con reverencia en mis manos Señor
do…! Hasta que la soledad del Huerto de los tu costado, deslizando mis manos en tu piel,
Olivos nos ha enfrentado con la cruda realidad abrazando mis brazos en la red de tu torso,
del dolor, del miedo a perder aquello que hemos terso y frio.
amasado gracias a ti y también de espaldas a ti. Han sido muchas las veces que me he in-
Puertas de salida a los demás, al mundo, troducido en esa llaga de tu costado para co-
para anunciarte, para proclamar el reino que nocerte, para interiorizar en mi fe. Muchas las
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