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          tro, existe un hombre y una mujer, un cofrade  vosotros de hermano a hermano, de tu a tu,
          que sabe muy bien sus carencias y a quién se  me sienta un carretero más y torne mi rostro
          parece.                                 con la sonrisa y la esperanza de aquel hom-
            Piensa hermano si en ese gran Misterio de  bre que, colgado del madero sintió en su piel
          la vida eres como las Marías, preocupadas por  el bálsamo confortador de aquellas palabras;
          lo material sí, pero incapaces de vislumbrar  “hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
          la  grandeza  de  la  resurrección;  amorosas  y   es  más  que  probable  que,  precisamente
          caritativas, pero ignorantes de la Fe y las en-  en ese instante en que el velo del templo se
          señanzas que predicaste.                rasgara, en aquel momento en que tembló la
            O  si  quizá  somos  como  la  de  Magdala,  tierra y el sol dejó huérfana de luz la tierra,
          pendiente sólo de perfumar tu cuerpo. agra-  es muy probable que aquel crucificado que un
          decida sí, entregada sí, anonadada en tu figu-  minuto antes había fijado sus ojos en nuestro
          ra, pero sin garra ni fuerza para salir a la calle  Cristo de la Salud, entornara la mirada a la
          a gritar tu nombre, a proclamar que en ti está  única Luz que quedaba en el monte de la ca-
          la única salvación posible.             lavera para encontrar en ella la única y cierta
            es posible que San Juan sea nuestro mo-  esperanza y que entonces, como en aquellas
          delo. Sereno, fiel, al pie de la cruz en los mo-  alegres bodas de Caná, la Virgen le ratificara,
          mentos difíciles más por pena hacia tu madre  fíate  de  Él,  fiaros  de  Él,  haced  lo  que  Él  os
          que por convicción y visión del momento his-  diga.
          tórico que está viviendo. apenado, sí, era tu   Quedad cada uno pues con esta última fra-
          amigo, el más joven, el predilecto, eso habría  se de la Virgen, haced lo que Él os diga. Sólo
          bastado; entonces quizá, hoy no.        así,  cumpliendo  el  mandamiento  del  amor
            Nicodemo y José de arimatea nos identi-  de Dios, más que la ordenancista regulación
          fican a muchos cofrades; atareados en buscar  de los hombres; sólo así ejerciendo el manda-
          los  arreos  de  la  muerte,  enredados  en  orga-  miento del amor de Dios, más que el inútil
          nizar el sepelio para enterrar las necesidades  prejuicio entre hermanos, sólo así viviendo el
          de  tu  Madre  sin  que nada  quede en  el aire,  mandamiento del amor de Dios, más que la
          pero miedosos. te conocen muy bien, te han  estéril controversia y el enfrentamiento entre
          escuchado, pero les ha faltado valor para de-  hermanos, será posible alcanzar la Salud de-
          fenderte, para sacar la cara por ti.    finitiva que se haga Luz para todos los hom-
            No quiero pensar que haya entre nosotros  bres; sólo así la Hermandad y los hermanos
          alguien que te vuelva la cara como el mal la-  serán  fieles  a  aquello  que  heredamos  de  los
          drón, que te niegue, que te observe sólo como  primeros cofrades que entrevieron el resplan-
          una bella obra de arte, que no haya entendido  dor de la Virgen en este arenal de historia y
          tu palabra y por ello te rete, se enfrente a ti.  también de misterio.
          Y…  sin  embargo,  cuántas  veces  nos  hemos   Quedad  pues  cada  uno  con  vuestras  re-
          encarado contigo al no comprender tus desig-  flexiones,  con  vuestros  enigmas,  mientras
          nios, al no hallar las líneas curvas de la histo-  yo quedo con los míos. Porque hoy, contigo,
          ria personal que nos trazas.            Cristo de la Salud, mi Cristo de la ventana
            Hoy,  aquí,  en  este  Calvario  completo  de  colgado del madero hoy, sólo deseo en esta
          vuestra Capilla dejad que me acerque al buen  hora tenderte la sábana de mis lágrimas para
          ladrón, que comparta con él esa fe del carbo-  envolverte  en  mi  corazón,  la  escala  de  mis
          nero que, aún sin entender del todo lo que está  brazos  y  palabras  para  abajarte  hacia  mis
          ocurriendo, comprenda que hay algo detrás de  hermanos, el sepulcro de mi vida para aco-
          tu dulce rostro, que la vida se encuentra más  gerte  siempre  y  por  siempre  hasta  que  tú
          allá de esos párpados que ahora, precisamente  decidas el momento en que nos encontremos
          ahora, en este mismo instante, se cierran un  gloriosos en la plenitud de tu y de nuestra re-
          momento sobre el brillo de tus pupilas.  surrección, junto a tu Madre y Madre nues-
            Dejadme que ahora, cuando me acerco al  tra, a la derecha del Padre, por los siglos de
          final  de  esta  meditación  que  comparto  con  los siglos. amén.





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