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Carretería - Cuaresma, 2012
tro, existe un hombre y una mujer, un cofrade vosotros de hermano a hermano, de tu a tu,
que sabe muy bien sus carencias y a quién se me sienta un carretero más y torne mi rostro
parece. con la sonrisa y la esperanza de aquel hom-
Piensa hermano si en ese gran Misterio de bre que, colgado del madero sintió en su piel
la vida eres como las Marías, preocupadas por el bálsamo confortador de aquellas palabras;
lo material sí, pero incapaces de vislumbrar “hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
la grandeza de la resurrección; amorosas y es más que probable que, precisamente
caritativas, pero ignorantes de la Fe y las en- en ese instante en que el velo del templo se
señanzas que predicaste. rasgara, en aquel momento en que tembló la
O si quizá somos como la de Magdala, tierra y el sol dejó huérfana de luz la tierra,
pendiente sólo de perfumar tu cuerpo. agra- es muy probable que aquel crucificado que un
decida sí, entregada sí, anonadada en tu figu- minuto antes había fijado sus ojos en nuestro
ra, pero sin garra ni fuerza para salir a la calle Cristo de la Salud, entornara la mirada a la
a gritar tu nombre, a proclamar que en ti está única Luz que quedaba en el monte de la ca-
la única salvación posible. lavera para encontrar en ella la única y cierta
es posible que San Juan sea nuestro mo- esperanza y que entonces, como en aquellas
delo. Sereno, fiel, al pie de la cruz en los mo- alegres bodas de Caná, la Virgen le ratificara,
mentos difíciles más por pena hacia tu madre fíate de Él, fiaros de Él, haced lo que Él os
que por convicción y visión del momento his- diga.
tórico que está viviendo. apenado, sí, era tu Quedad cada uno pues con esta última fra-
amigo, el más joven, el predilecto, eso habría se de la Virgen, haced lo que Él os diga. Sólo
bastado; entonces quizá, hoy no. así, cumpliendo el mandamiento del amor
Nicodemo y José de arimatea nos identi- de Dios, más que la ordenancista regulación
fican a muchos cofrades; atareados en buscar de los hombres; sólo así ejerciendo el manda-
los arreos de la muerte, enredados en orga- miento del amor de Dios, más que el inútil
nizar el sepelio para enterrar las necesidades prejuicio entre hermanos, sólo así viviendo el
de tu Madre sin que nada quede en el aire, mandamiento del amor de Dios, más que la
pero miedosos. te conocen muy bien, te han estéril controversia y el enfrentamiento entre
escuchado, pero les ha faltado valor para de- hermanos, será posible alcanzar la Salud de-
fenderte, para sacar la cara por ti. finitiva que se haga Luz para todos los hom-
No quiero pensar que haya entre nosotros bres; sólo así la Hermandad y los hermanos
alguien que te vuelva la cara como el mal la- serán fieles a aquello que heredamos de los
drón, que te niegue, que te observe sólo como primeros cofrades que entrevieron el resplan-
una bella obra de arte, que no haya entendido dor de la Virgen en este arenal de historia y
tu palabra y por ello te rete, se enfrente a ti. también de misterio.
Y… sin embargo, cuántas veces nos hemos Quedad pues cada uno con vuestras re-
encarado contigo al no comprender tus desig- flexiones, con vuestros enigmas, mientras
nios, al no hallar las líneas curvas de la histo- yo quedo con los míos. Porque hoy, contigo,
ria personal que nos trazas. Cristo de la Salud, mi Cristo de la ventana
Hoy, aquí, en este Calvario completo de colgado del madero hoy, sólo deseo en esta
vuestra Capilla dejad que me acerque al buen hora tenderte la sábana de mis lágrimas para
ladrón, que comparta con él esa fe del carbo- envolverte en mi corazón, la escala de mis
nero que, aún sin entender del todo lo que está brazos y palabras para abajarte hacia mis
ocurriendo, comprenda que hay algo detrás de hermanos, el sepulcro de mi vida para aco-
tu dulce rostro, que la vida se encuentra más gerte siempre y por siempre hasta que tú
allá de esos párpados que ahora, precisamente decidas el momento en que nos encontremos
ahora, en este mismo instante, se cierran un gloriosos en la plenitud de tu y de nuestra re-
momento sobre el brillo de tus pupilas. surrección, junto a tu Madre y Madre nues-
Dejadme que ahora, cuando me acerco al tra, a la derecha del Padre, por los siglos de
final de esta meditación que comparto con los siglos. amén.
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