Page 38 - Boletín 161
P. 38
Meditación de las Cinco Llagas
y tú estar hasta el final. Pero no te conocía.
Realmente no lograba
Tu pie izquierdo reconoce saber, Cristo carretero,
todas mis grietas y estrías, el final de tus pisadas.
y las veleidades mías Me sentí entonces tan débil,
al ocio insano y al goce, tan flaco y tan sin sustancia,
no soy uno de los doce que en aquel lugar tan hondo
que a los doce se sumaron. y oscuro donde me hallaba
Aquello que lo dejaron medité sobre la muerte
todo y cogieron las redes. y la vida, separadas,
Pero, Señor, tú que puedes, por esa delgada línea
busca a los que me empujaron. donde yo me sujetaba,
donde puse el pie izquierdo
Busca a los que me sacaron Porque no me resbalara.
de la luz y al pozo triste Allí,
donde estoy, donde me viste, al borde de la cascada, sobre aquel
donde me ves, me llevaron. acantilado
Busca a los que me embaucaron se piedras sin esperanza, noté mi pequeñez
que yo por ellos pequé. de cobre,
Yo por ellos me arrojé mi fragilidad de cal humana.
este inmundo precipicio allí, en lo más hondo,
donde no llega un resquicio me acordé de tu sangre derramada
de tu luz y de tu fe. Por amor en el madero. Y resucité contigo.
Cuando escribo todo esto LA MANO IZQUIERDA: DIOS TE LLEVA
te has asomado a mi vida POR SEVILLA
cuando menos lo esperaba. Miro tu rostro, tu barba poblada,
Has venido a visitarme, tus potencias, tu abdomen y tu pecho,
y vino tu pie izquierdo eres y pareces hombre, y es que, de hecho,
imprevisto y sin palabras. por ser hombre está tu piel llagada.
Era un fresco mediodía Miro tu dulce muerte traspasada,
de principios de febrero. tus ojos milagreros en barbecho,
Alguien me enseñó tu estampa. así como cansados del gran trecho
Una foto de esos pies que anduvo la Salud en tu mirada.
que ahora busco y ahora canto Te miro y sé que tienes treinta años
y el camino me señalan. y tres de vida pública sirviendo
La mirada bondadosa De voz y de vocero a la noticia.
de una anciana frente a mí Te veo, y me pareces entre paños
satisfecha te nombraba. envuelto, como un niño renaciendo
que espera simplemente una caricia.
En aquella estampa estaba
Tu pie izquierdo, mi Señor, Cuando te miro muerto,
como ahora me lo alcanzas. clavado en la cruz y la cruz clavada
No supe reconocer, sobre el paso de acantos y de lirios,
pero estaba allí llagado como una flor recrecida sobre el ramo
para que yo meditara que la soga sostiene y apelmaza,
yo no conocí tus pies, cuando te miro muerto,
no conocí tus pisadas, veo tus manos ni abiertas ni cerradas,
ni conocí yo en la Cruz simplemente dispuestas a lo eterno.
tu Salud que a todos salva. Tus brazos están como tendidos a lo alto,
Dudé, me callé y fingí A la inmensidad de Dios,
saber mucho de esas altas igual que un niño que busca la mano de su
verdades que contaste padre.
transformadas en parábolas.
38