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Historia


       treinta y cinco hermanos, menos el promotor de la convocatoria por encontrarse enfermo, y
       en el que se vio obligado el hermano mayor a disculparse por no saber por qué se encontraban
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       allí, pues nada sabía de lo que Juan Agustín de Oviedo, su mayordomo les tenía preparado .
       Algo que resulta extraño, pues no indica más que una total ausencia de comunicación entre
       ambos, cuestión  que  tampoco  era  en  absoluto  habitual ni en  esta  ni en  ninguna  otra
       hermandad de  penitencia, pero  que  tiene  una  explicación  que  no  tardaría  realmente  en
       llegar. Y  es  que  Juan  Falcó  sería  destituido  como  hermano  mayor  en  una  situación  sin
       precedentes antes de concluir aquella Semana Santa, pues acudía a estos cabildos de salida
       totalmente ebrio, y además informaba a todo aquel que se lo hacía notar que tenía intención
       de realizar así la estación de penitencia. Sería precisamente en el cabildo del 16 de abril
       cuando le pidieron que se saliera porque tenían que tratar un asunto privado que le concernía,
       y así procedió, por lo que con él en la puerta de la calle, Antonio Francisco de Oviedo dio
       cuenta a todos, incluido el tercer asistente de la ciudad que se encontraba allí, de los alborotos
       que venía causando, así como que debían tomar medidas al respecto, pues si se le permitía a él
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       cualquiera podría hacer lo mismo .Y la tomaron. Lo cesaron. Esto tampoco es un caso único
       ni aislado, pues otras hermandades también lo padecieron, por ejemplo, la hermandad de la
       Sagrada Entrada en Jerusalén.


              Sin embargo, el auténtico motivo de aquella convocatoria, además de informar de
       esta limosna era la de acordar quienes se harían cargo, si aquel "más o menos" de los toneleros
       terminaba siendo menos, y si finalmente tampoco había suficiente con la buena voluntad de
       los  hermanos  que  se  ofrecieron. Parece  ser  que  algunos  tenían  claro  quiénes  lo  harían,
       aunque  cuando  se  enteraron  los  que  debían  hacerlo  se  negaron  en  rotundo, porque
       "habiéndose  dicho  que  quien  había  de  suplir  este  dinero  se  dijo  que  los  diputados  de
       cofradía". Algo que cogió totalmente de sorpresa a los implicados, por lo que uno de ellos,
       Antonio de la Espada se negó en rotundo, dejando al otro, Juan de Oviedo en posición de
       informar que a solas le resultaba imposible comprometerse.

              En fin, con esto se abrió un largo debate en el que se vino a concluir en un mismo
       punto: los diputados de cofradía responderían de los gastos sin cubrir, por lo que terminaron
       asumiendo  semejante  responsabilidad Juan  de  Oviedo  y  el secretario, ante  la  salida
       turbulenta de Espada.


              Tras recoger la oferta del gremio y de los hermanos, de las que se encargarían los dos
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       nuevos  miembros, quedaban   a  sus  expensas  los  gastos inales . Pero  antes  de  concluir
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       acordaron algo fundamental, pues sabían de la dificultad con la que tendrían que batirse
       cuando se vieran con los pasos montados a espera de tomar su hora de salida: "Y en vista de lo
       acordado se acordó también de conformidad que daban a los señores Don Francisco. Don
       Antonio de Oviedo diputados, todas las facultades que en derecho se requieran para todo con
       libre y general administración y al mismo tiempo poder para que adjunto con el señor D.
       Agustín Juan de Oviedo nuestro mayordomo pasaran en juicio por si o por procuradores que
       nombren ante los señores jueces eclesiásticos y seculares en los casos que sean de Justicia y en
       no perder fuero ni antigüedad ni ninguna otra cualquiera razón de privilegio que tenga esta
       Archicofradía de poderle sustituir con amplia facultad de forma que no dejen de hacer lo que

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