Page 28 - Boletín 162
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Historia
treinta y cinco hermanos, menos el promotor de la convocatoria por encontrarse enfermo, y
en el que se vio obligado el hermano mayor a disculparse por no saber por qué se encontraban
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allí, pues nada sabía de lo que Juan Agustín de Oviedo, su mayordomo les tenía preparado .
Algo que resulta extraño, pues no indica más que una total ausencia de comunicación entre
ambos, cuestión que tampoco era en absoluto habitual ni en esta ni en ninguna otra
hermandad de penitencia, pero que tiene una explicación que no tardaría realmente en
llegar. Y es que Juan Falcó sería destituido como hermano mayor en una situación sin
precedentes antes de concluir aquella Semana Santa, pues acudía a estos cabildos de salida
totalmente ebrio, y además informaba a todo aquel que se lo hacía notar que tenía intención
de realizar así la estación de penitencia. Sería precisamente en el cabildo del 16 de abril
cuando le pidieron que se saliera porque tenían que tratar un asunto privado que le concernía,
y así procedió, por lo que con él en la puerta de la calle, Antonio Francisco de Oviedo dio
cuenta a todos, incluido el tercer asistente de la ciudad que se encontraba allí, de los alborotos
que venía causando, así como que debían tomar medidas al respecto, pues si se le permitía a él
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cualquiera podría hacer lo mismo .Y la tomaron. Lo cesaron. Esto tampoco es un caso único
ni aislado, pues otras hermandades también lo padecieron, por ejemplo, la hermandad de la
Sagrada Entrada en Jerusalén.
Sin embargo, el auténtico motivo de aquella convocatoria, además de informar de
esta limosna era la de acordar quienes se harían cargo, si aquel "más o menos" de los toneleros
terminaba siendo menos, y si finalmente tampoco había suficiente con la buena voluntad de
los hermanos que se ofrecieron. Parece ser que algunos tenían claro quiénes lo harían,
aunque cuando se enteraron los que debían hacerlo se negaron en rotundo, porque
"habiéndose dicho que quien había de suplir este dinero se dijo que los diputados de
cofradía". Algo que cogió totalmente de sorpresa a los implicados, por lo que uno de ellos,
Antonio de la Espada se negó en rotundo, dejando al otro, Juan de Oviedo en posición de
informar que a solas le resultaba imposible comprometerse.
En fin, con esto se abrió un largo debate en el que se vino a concluir en un mismo
punto: los diputados de cofradía responderían de los gastos sin cubrir, por lo que terminaron
asumiendo semejante responsabilidad Juan de Oviedo y el secretario, ante la salida
turbulenta de Espada.
Tras recoger la oferta del gremio y de los hermanos, de las que se encargarían los dos
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nuevos miembros, quedaban a sus expensas los gastos inales . Pero antes de concluir
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acordaron algo fundamental, pues sabían de la dificultad con la que tendrían que batirse
cuando se vieran con los pasos montados a espera de tomar su hora de salida: "Y en vista de lo
acordado se acordó también de conformidad que daban a los señores Don Francisco. Don
Antonio de Oviedo diputados, todas las facultades que en derecho se requieran para todo con
libre y general administración y al mismo tiempo poder para que adjunto con el señor D.
Agustín Juan de Oviedo nuestro mayordomo pasaran en juicio por si o por procuradores que
nombren ante los señores jueces eclesiásticos y seculares en los casos que sean de Justicia y en
no perder fuero ni antigüedad ni ninguna otra cualquiera razón de privilegio que tenga esta
Archicofradía de poderle sustituir con amplia facultad de forma que no dejen de hacer lo que
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