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Carretería - cuaresma 2015
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Carretería - cuaresma 2015
4ª CLAVE: SER CONSCIENTE DEL SIGNIFICADO Y LA IMPLICACIÓN DE HACER ESTACIÓN
El término estación (del latín statio) tiene, entre otros, un sentido religioso, que está ligado a una tradición
propia de la Iglesia de Roma: las estaciones cuaresmales.
Inicialmente (siglo II), la estación cuaresmal consistía en una reunión de la comunidad cristiana los días de
ayuno y oración de la Cuaresma en un lugar determinado bajo la presidencia del obispo. Con el tiempo, a esa reunión se le
añade, como inicio, una procesión al lugar establecido desde una iglesia menor (siglos V-VI).
La estación de penitencia es una procesión a la Iglesia Catedral. Y la catedral, en cuanto sede del obispo,
constituye el origen de todas las comunidades cristianas de la Iglesia diocesana y es el corazón de la misma. Por lo que
hacer estación en ella implica y expresa un sentido de pertenencia, efectiva y afectiva, a la Iglesia, con lo que eso significa
(participación activa en su vida y en su misión) y un signo de comunión con la Iglesia. Una estación de penitencia sin esa
conciencia eclesial es una contradicción en sí misma.
4.1 LA PROCESIÓN.
Sobre la procesión, el Directorio sobre la piedad popular y la
liturgia dice en su número 247:
“Para que la procesión conserve su carácter genuino de
manifestación de fe, es necesario que los fieles sean instruidos en su
naturaleza...
Desde el punto de vista teológico se deberá destacar que la
procesión es un signo de la condición de la Iglesia, pueblo de Dios en camino
que, con Cristo y detrás de Cristo, consciente de no tener en este mundo una
morada permanente (cfr. Heb 13,14), marcha por los caminos de la ciudad
terrena hacia la Jerusalén celestial; es también signo del testimonio de fe que
la comunidad cristiana debe dar de su Señor, en medio de la sociedad civil; es
signo, finalmente, de la tarea misionera de la Iglesia, que desde los
comienzos, según el mandato del Señor (cfr. Mt 28,19-20), está en marcha
para anunciar por las calles del mundo el Evangelio de la salvación.
[…]
[Finalmente,] desde un punto de vista antropológico se deberá
poner de manifiesto el significado de la procesión como "camino recorrido
juntos": participando en el mismo clima de oración, [unidos en el canto,]
dirigidos a la única meta, los fieles se sienten solidarios unos con otros,
determinados a concretar en el camino de la vida los compromisos cristianos
madurados en el recorrido procesional”.
5ª CLAVE: QUE LA ESTACIÓN DE PENITENCIA SEA UN MOMENTO MÁS, AUNQUE DESTACADO, DE
UN CAMINO DE VIDA CRISTIANA
La estación de penitencia debe ser una expresión más, no la única o una de las pocas, de la vida de fe. Y, por
supuesto, no es la más importante.
Es obvio que la vida cristiana no se puede reducir a la estación de penitencia y agotarse en ella. Ser cristiano, y
confesarse tal, es algo muy serio que implica todas las dimensiones de la persona y que supone un compromiso vital.
Dicho de otra forma, no se puede ser cristiano a tiempo parcial o sólo a ciertos niveles o en relación con algunos aspectos.
O se es, o no se es. Y ello no por ley, sino por necesidad vital. Y es que la vida cristiana no es otra cosa que una respuesta, en
el seno de la Iglesia, a la experiencia que una persona vive del amor de Dios manifestado en Cristo. Es muy simple: amor
con amor se paga; y obras son amores y no buenas razones. Incorporar o no a nuestra vida los elementos que son
constitutivos e irrenunciables de la vida cristiana y entre ellos los más elementales son la participación en la Misa
dominical y celebrar el sacramento de la penitencia de vez en cuando constituye un termómetro de nuestro amor a Dios y
de la calidad de nuestra fe. Por eso, el valor objetivo, no subjetivo de una estación de penitencia y su eficacia, o fruto,
espiritual depende en gran medida de que esté o no insertada en un proyecto más amplio y serio de vida cristiana.
Miguel Ángel Sánchez Fernández, pbro.
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