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Colaboración
UNA SEMANA SANTA ESPECIAL
Llega la primavera, una estación estimulante. Dejamos atrás el frío húmedo
que nos tuvo encogidos durante el invierno, junto con los muchos estragos
producidos por el maldito virus “Covid 19”, y reactivamos nuestras ilusiones y
objetivos. En primavera, todos, desde los pequeños a los mayores, nos abrimos a la
esperanza y salimos al encuentro de un mundo que parece mejor.
En aparente contradicción con la alegría del ambiente primaveral, los cristianos
celebramos la Semana Santa: Pasión, Muerte y Resurrección de Ntro. Señor
Jesucristo, en la que recordamos que nos amó hasta el extremo, para que
comprendiéramos que al Cielo se llega por la vía del amor, sea cuál sea la dureza del
camino. Decía que es una aparente contradicción por los dolores de la Pasión, pero al
igual que la vida se reproduce en primavera, también nosotros tenemos la maravillosa
oportunidad de revivir nuestra vida espiritual, sentir el arrepentimiento por no ser
dignos de los sufrimientos de Cristo y alcanzar el Domingo de Resurrección la
felicidad de saber que, si le seguimos, también nos espera la gloria.
En España tenemos una hermosa tradición de desfiles procesionales en Semana
Santa, con gran importancia turística porque a la belleza artística se suma impacto
emocional de todos los creyentes e incluso en los que perdieron la Fe y que, al ver
alguna procesión, se reactiva en ellos un principio de conversión, con recuerdos
imborrables de cuando creían en el Hijo de Dios y que se hizo hombre para
enseñarnos a amar sin limites.
Este año la Semana Mayor y nuestra asistencia a las procesiones también han
sido suspendidas por motivos del maldito virus, por lo que los actos litúrgicos cobran
especial importancia, para dar vivo testimonio ante los que en los últimos tiempos
tanto atacan nuestra Fe y destruyen los símbolos, recordando la persecución religiosa
de los años treinta. Solo desde la firmeza en la defensa de nuestra libertad y de los
actos públicos de manifestación religiosa, podremos frenar los ataques de los que al
amor de Cristo contraponen su odio.
Solo siendo fieles al mandamiento del amor al prójimo daremos buen ejemplo
de ello.
Os dejo, no sin antes desearos a todos un feliz Domingo de Resurrección.
José Magdaleno Baez
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