Page 35 - Boletín 158
P. 35
35
Carretería - Cuaresma, 2013
RECUERDoS DE LA CARRETERíA
Viernes Santo perdido en los siglos, radiante
del oro y la plata de las indias, vieja estampa de
aromas de la mar de la gran urbe portuaria, de
madera y tonel, de galeón y navío, de pícaro y
rufián, o de noble enriquecido con el comercio
de la capital comercial del mundo. Luz brillante
en sepia, como aquella que guió a los toneleros
del antiguo barrio humero, morada del cuerpo
de carreteros del Guadalquivir.
La tarde dormida sobre un cielo azul de luto
rememora las nostalgias vividas, los sentimien-
tos más profundos con los contrastes intensos
entre el día y la noche, la alegría y la pena, el
bullicio y la penitencia, el centro y el barrio…
Baña el sol las antiguas tierras de los carreteros,
extramuros de la ciudad floreciente donde se
conquistó el nuevo mundo, y a donde fueron a
parar los ricos comerciantes a buscar aventura,
y los pobres pícaros a buscar fortuna. arenal de
la ciudad amurallada, puerto de las indias que
configuró el barrio más universal y poderoso.
el Viernes Santo renace aquel arenal históri- en esos momentos pasa la vida entera ante
co, de cargadores y marinos, en la calle real unos ojos desenfocados que miran el sublime
junto al cardus máximus del barrio, emperador dolor de la tragedia más profunda. Y siempre
de Sevilla. estaba ella, en la barriga de una madre que se-
Un nazareno camina por la calle Pastor y guía la estela del manto, en las primeras salidas
Landero, centro neurálgico de los sentimientos de monaguillo y acólito, y el día que vistió por
y devociones del barrio. el olor a muebles anti- primera vez su túnica azul terciopelo, perfec-
guos y a canela, y un haz de luz que inunda la tamente uniformado y compuesto sin apenas
casa grande de viejas losetas despegadas inva- mirar atrás. Los años te van haciendo carre-
den su penitencia, introduciendo en su oración tero, que nos es más que un sentimiento de
letanías infantiles de un paso de caja de cartón, compostura en los cultos y en la calle, heredado
mecido al compás de un radiocasete, y un mesa y transmitido, que apenas ha cambiado desde
portería donde se marcaron goles que llenaron que Bécquer diera forma belleza a las palabras
de alegría a dos niños. recuerdos de un barrio en los años románticos decimonónicos.
que ya no existe, o que quizá perviva en aquel Han pasado más de 30 años y todo sigue
lugar de donde no desaparecerá nunca. igual, lo que supone el mayor patrimonio in-
el calor aprieta en la túnica de terciopelo, material de la hermandad. Llegará otro Viernes
que juntó al cansancio de la madrugada forman Santo, aquel de luz brillante en sepia, como
la doble cruz de Santiago en los hombros del ca- aquella que guió a los toneleros del antiguo ba-
rretero. al entrar en la capilla se produce otra rrio humero, y el nazareno volverá a vestirse
vez el milagro, pues no hay rincón ni recoveco en un ritual de siglos, para conformar una es-
libre, ni espacio para dar cabida al gran cajón tampa añeja de un cortejo en el que el tiempo
del Calvario. Las puertas no se pueden abrir, se ha parado, y donde la penitencia y la oración
pero el chirriar del viejo portalón, que es el re- es la misma y se mantiene en el espíritu de los
loj que marca las vidas en la Carretería, obra el carreteros.
prodigio inhumano. Carlos Crivell Reyes
35

