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Carretería - Cuaresma, 2012
DOS HISTORIAS FASCINANTES
Me piden un artículo que esté relacionado gación, incluida esa “encerrona” en la que in-
con la labor desarrollada durante ocho años en voluntariamente me vi metido una mañana en
la soledad de la antigua casa de hermandad, circunstancias que me urge aclarar antes de que
aunque muy acompañado por la memoria de malentendidos y exageraciones hagan circular
tantos hermanos que han dejado constancia una versión apócrifa. Habitualmente, yo llama-
en acta de su paso por la hermandad. Han sido ba por teléfono antes de personarme para tener
ocho años agridulces. Por un lado, me las he te- la seguridad de que podía acudir a la Casa de
nido que ver con un formidable caudal de do- Hermandad. Como mi trabajo en el diario aBC
cumentación que si bien había sido inventaria- era principalmente por la tarde y la noche, dis-
da por profesionales gracias al plan impulsado ponía de algún tiempo durante las mañanas. Yo
y financiado por el entonces Monte de Piedad llamaba y antonio Beltrán, con esa amabilidad
en los archivos de las cofradías de Sevilla, era suya que sólo Dios sabe valorar cabalmente, me
para un “aficionado” como yo (cuyo “modus decía si había algún inconveniente porque tu-
vivendi” siempre ha sido el periodismo) un viera que salir a hacer algún mandado. General-
reto lleno de dificultades. Han sido muchas las mente, tenía vía libre, así que allí me plantaba yo
horas echadas en la sala capitular donde tu- con mi carpeta, mi grabadora y la copia de la lla-
vieron lugar numerosos episodios que se des- ve del archivo, situado donde Manué el capiller
cribían en los papeles consultados. Poner en tuvo antaño la nevera y los avíos del bar. resulta
orden los hechos y las ideas ha sido fatigoso, que antonio solía trabajar en la casa nueva, y yo
la verdad sea dicha. No sé si lo he conseguido. me quedaba solo en la vieja. Una mañana, cuan-
espero que sí, porque la ilusión me ha ayuda- do terminé mi tarea, y tras dejar todo apagado
do a vencer esos desafíos que también tenían y cerrado, atravesé como siempre la capilla para
su componente puramente físico. He sudado salir por la puerta de la casa, donde me despedía
mucho y he pasado también tiritonas en aquel de antonio. Noté un pitido extraño tras pasar
lugar que tanta historia encierra. por la sacristía. Y al momento... saltó la alarma.
Pero lo importante es siempre lo positivo. Y Mi buen amigo, y también mi guardián al ser res-
en mi fuero interno se queda ya para siempre lo ponsable del lugar donde yo estaba, había salido
que he vivido como una aventura fascinante en- sin reparar en que yo me hallaba sumergido en
tre las dos orillas de dos historias. Por un lado, el pasado de la hermandad. Confieso que lo pasé
estaba el devenir antiguo, que venía a mí a tra- mal. esperaba en cualquier momento a la Poli-
vés de unos documentos que arrancan de 1610, cía, y a ver qué le decía yo, ¿que estaba haciendo
nada menos. Incluso alguno he podido hallar, un libro sobre la Historia de La Carretería?
con la ayuda indispensable de algún experto, Pude localizar por el (bendito) móvil al
que se remonta más allá en el tiempo, hasta me- hermano mayor, que a su vez llamó a mi “ca-
diados del siglo XVI. La experiencia de tomar sero”. aquel día, por poco nos da sendos infar-
en tus manos esos venerables vestigios e ir des- tos, a él y a mí. aquel hombre no sabía cómo
cubriendo, como si fueran páginas de una nove- disculparse. Le faltó besarme las manos. Des-
la, el pasado de tu hermandad, que es sin duda de aquí quiero rendir homenaje a don anto-
una de las más señeras cofradías de Sevilla, es nio Beltrán, porque sin él este libro pionero
impagable. Por eso agradezco a La Carretería la en la historia completa de nuestra hermandad
oportunidad que me ha dado de bucear en sus no hubiera sido, ni mucho menos, posible.
raíces, para mí desconocidas y poder ofrecer Después hemos bromeado muchas veces con
un testimonio, más o menos torpe, de lo que ha aquella anécdota de la segunda historia de La
sido la corporación a la que hoy pertenecemos. Carretería, que algún día quizás pueda incluir-
esa era una orilla, una historia. La otra ha se en una edición revisada de nuestro libro.
sido la mía personal, con multitud de inciden-
cias registradas en el transcurso de la investi- Ángel Luis Pérez Guerra
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