Page 31 - Boletín 157
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                    DOS HISTORIAS FASCINANTES



            Me piden un artículo que esté relacionado  gación, incluida esa “encerrona” en la que in-
          con la labor desarrollada durante ocho años en  voluntariamente me vi metido una mañana en
          la  soledad  de  la  antigua  casa  de  hermandad,  circunstancias que me urge aclarar antes de que
          aunque muy acompañado por la memoria de  malentendidos y exageraciones hagan circular
          tantos  hermanos  que  han  dejado  constancia  una versión apócrifa. Habitualmente, yo llama-
          en acta de su paso por la hermandad. Han sido  ba por teléfono antes de personarme para tener
          ocho años agridulces. Por un lado, me las he te-  la seguridad de que podía acudir a la Casa de
          nido que ver con un formidable caudal de do-  Hermandad. Como mi trabajo en el diario aBC
          cumentación que si bien había sido inventaria-  era principalmente por la tarde y la noche, dis-
          da por profesionales gracias al plan impulsado  ponía de algún tiempo durante las mañanas. Yo
          y financiado por el entonces Monte de Piedad  llamaba y antonio Beltrán, con esa amabilidad
          en los archivos de las cofradías de Sevilla, era  suya que sólo Dios sabe valorar cabalmente, me
          para un “aficionado” como yo (cuyo “modus  decía  si  había  algún  inconveniente  porque  tu-
          vivendi”  siempre  ha  sido  el  periodismo)  un  viera que salir a hacer algún mandado. General-
          reto lleno de dificultades. Han sido muchas las  mente, tenía vía libre, así que allí me plantaba yo
          horas  echadas  en  la  sala  capitular  donde  tu-  con mi carpeta, mi grabadora y la copia de la lla-
          vieron lugar numerosos episodios que se des-  ve del archivo, situado donde Manué el capiller
          cribían en los papeles consultados. Poner en  tuvo antaño la nevera y los avíos del bar. resulta
          orden los hechos y las ideas ha sido fatigoso,  que antonio solía trabajar en la casa nueva, y yo
          la verdad sea dicha. No sé si lo he conseguido.  me quedaba solo en la vieja. Una mañana, cuan-
          espero que sí, porque la ilusión me ha ayuda-  do terminé mi tarea, y tras dejar todo apagado
          do a vencer esos desafíos que también tenían  y cerrado, atravesé como siempre la capilla para
          su componente puramente físico. He sudado  salir por la puerta de la casa, donde me despedía
          mucho y he pasado también tiritonas en aquel  de antonio. Noté un pitido extraño tras pasar
          lugar que tanta historia encierra.      por la sacristía. Y al momento... saltó la alarma.
            Pero lo importante es siempre lo positivo. Y  Mi buen amigo, y también mi guardián al ser res-
          en mi fuero interno se queda ya para siempre lo  ponsable del lugar donde yo estaba, había salido
          que he vivido como una aventura fascinante en-  sin reparar en que yo me hallaba sumergido en
          tre las dos orillas de dos historias. Por un  lado,  el pasado de la hermandad. Confieso que lo pasé
          estaba el devenir antiguo, que venía a mí a tra-  mal. esperaba en cualquier momento a la Poli-
          vés de unos documentos que arrancan de 1610,  cía, y a ver qué le decía yo, ¿que estaba haciendo
          nada menos. Incluso alguno he podido hallar,  un libro sobre la Historia de La Carretería?
          con  la  ayuda  indispensable  de  algún  experto,   Pude  localizar  por  el  (bendito)  móvil  al
          que se remonta más allá en el tiempo, hasta me-  hermano mayor, que a su vez llamó a mi “ca-
          diados del siglo XVI. La experiencia de tomar  sero”. aquel día, por poco nos da sendos infar-
          en tus manos esos venerables vestigios e ir des-  tos, a él y a mí. aquel hombre no sabía cómo
          cubriendo, como si fueran páginas de una nove-  disculparse. Le faltó besarme las manos. Des-
          la, el pasado de tu hermandad, que es sin duda  de aquí quiero rendir homenaje a don anto-
          una de las más señeras cofradías de Sevilla, es  nio Beltrán, porque sin él este libro pionero
          impagable. Por eso agradezco a La Carretería la  en la historia completa de nuestra hermandad
          oportunidad que me ha dado de bucear en sus  no  hubiera  sido,  ni  mucho  menos,  posible.
          raíces,  para  mí  desconocidas  y  poder  ofrecer  Después hemos bromeado muchas veces con
          un testimonio, más o menos torpe, de lo que ha  aquella anécdota de la segunda historia de La
          sido la corporación a la que hoy pertenecemos.  Carretería, que algún día quizás pueda incluir-
            esa era una orilla, una historia. La otra ha  se en una edición revisada de nuestro libro.
          sido la mía personal, con multitud de inciden-
          cias registradas en el transcurso de la investi-        Ángel Luis Pérez Guerra





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